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Mi Viaje de Estudios a Cuba: 2º Capítulo |
Al fin llegué al aeropuerto de La Habana!,
Eran
aproximadamente las 23 horas... Me impresionó como un aeropuerto exclusivamente
militar, todo bajo control
y con estrictas normas de seguridad.
A los turistas que veníamos nos trataron bien aunque con cierta frialdad
nos indicaron los trámites a seguir, pasillos grises en los que avanzábamos de
a uno en fila, lentamente hasta llegar a “Inmigraciones”. Presenté el
pasaporte argentino y luego de recibir mi equipaje me dispuse a salir hacia el
hall central en donde me dirigí a las oficinas de “Cubana de Aviación” que
es la aerolínea local, allí compré por 40 U$ un pasaje a la ciudad de Holguin
para el día siguiente a las 8.30 Hs, salí conforme por haber resuelto el vuelo
de cabotaje por un precio justo y realicé una llamada telefónica a Alberto, mi
anfitrión y colega cubano, para avisar de mi llegada y el horario en que
arrivaría al aeropuerto de Holguin.
Pasé a un amplio corredor que daba a la entrada principal y salí, fui
rodeado inmediatamente de gente que ofrecía taxis estatales y “de los otros,
los ilegales”, que aunque con mayor discreción también se ofrecían a los
incautos extranjeros...
Decidí
tomar uno de los “legales amarillos”, el chofer muy amable enseguida comenzó
amigablemente una conversación, le dije que necesitaba descansar luego de mis
17 horas de viaje ya que debía volver temprano al aeropuerto. La Habana queda a
una hora de viaje y el taxi me salía como 50 U$, me ofreció pasar la noche en
casa de una familia amiga en una villa a escasos 4 Km del aeropuerto, “que era
gente decente y que me garantizaba que me atenderían muy bien”. Ahí me
enfrenté a mi primera decisión difícil . Opté por confiar en su consejo y
acepté. En pocos minutos paramos frente a una casa humilde con amplia galería
y muchas plantas, el barrio típico cubano con casas de estilo colonial que
mostraban una falta total de mantenimiento, sus paredes húmedas y
descascaradas, con amplias ventanas siempre abiertas, rodeadas de un jardín
tropical, con la gente charlando sobre sus mecedoras sobre la vereda, a pesar de
lo avanzado de la noche. Todos me miraban andar lentamente en el taxi amarillo
con una mirada entre curiosa y nostálgica, me dio cierta pena ver a esa pobre
gente tratando de aprovechar el fresco de la noche y evitar los molestos y
eternos mosquitos. Me recibió una señora de unos 60 años, en pocas palabras
me indicó cual sería mi habitación, con baño privado y ducha de agua fría,
todo un lujo !.Guardé el dinero en un cinturón especial que llevaba y me quedé
profundamente dormido...Desperté como a las 4 de la mañana sobresaltado ! ,
había soñado que mientras dormía tranquilamente la señora me había robado
!... me levanté y revisé mis cosas , estaban en orden, tomé mi vaso de jugo
de naranjas y me volví a dormir. A las
7.30 me despierta un exquisito olor a tostadas y café.....Desayuné
espectacularmente y un viejo Cadillac convertible me llevó por 12 U$ nuevamente
al aeropuerto. El caluroso sol caribeño estaba
en todo su esplendor y bajo sus rayos el aeropuerto se veía diferente a
la noche anterior, como
despertando a su influjo dorado... Esperé unos 30 minutos y pasé a la
sala de preembarque, modesta pero agradable, con un pequeño shopping que vendía
los productos artesanales cubanos, principalmente tabaco y ron.
El
avión de Cubana de Aviación era un turbo-hélice con cabida para 30 pasajeros,
todo blanco y con la bandera cubana en la cola. Ya en mi asiento me dediqué a
observar la belleza del paisaje, el oscuro verdor de sus selvas,
altos morros irregularmente esparcidos aquí y allá, con casas de paja
entre palmeras y calles barrosas. A los 25 minutos arribamos al
aeropuerto de Holguín...
Me recibieron Alberto y otro colega allegado a él, ni bien nos reconocimos nos confundimos en un abrazo, enseguida abandonamos el gentío y subimos al destartalado Lada que aunque un poco caído de amortiguadores, bajo de motor y algo oxidado nos llevó hasta el barrio de Pueblo Nuevo, sobre una calle bastante transitada por bicicletas, carros de caballos, vetustos camiones y viejas motocicletas estaba la casa de la familia Perez Cedeño, ya sus padres nos esperaban en la puerta, un hermano estudiante de Medicina y varios vecinos completaban el comité de bienvenida. De repente me había convertido en el centro de atención, todos querían hablar conmigo, preguntarme acerca de La Argentina, costumbres, novedades , y sobre todo de dos temas que les interesaban sobremanera : Maradona y los comentarios negativos que Menem hacía en ésa época sobre Cuba.