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Los rayos cósmicos |
El científico
norteamericano obtuvo el Premio Nobel en 1980. Actualmente,
es profesor de física de la Universidad de Chicago, miembro de la Academia de
Ciencias de los EE.UU., de la Academia Americana de Ciencias y Artes, y de la
Sociedad Norteamericana de Física.
El
centro de investigación científica comenzará a realizar observaciones,
cuyo objetivo es develar el origen de estos rayos que al
cruzar la atmósfera se esparcen en millones de partículas de alta energía e
impactan constantemente sobre la superficie de la Tierra.
Investigar
estos rayos podría ser un aporte a la comprensión del
universo y hasta hay
quienes sostienen la hipótesis de que podría contribuir a explicar el origen
del universo.
Con
un lenguaje simple y moderado, Cronin prefiere no generar expectativas
desmesuradas respecto de una utilidad inmediata y masiva de tales estudios,
simplemente porque están pensados para ser desarrollados a lo largo de 20 años.
Cronin
conduce el grupo de trabajo en el que participarán 250 científicos de Estados
Unidos, México, Brasil, Bolivia, la Argentina, Australia, Vietnam, China, Japón,
Reino Unido, Francia, Alemania, Holanda, República Checa, Italia, Polonia,
Eslovenia, Grecia, Rusia y Armenia. Esos gobiernos aportarán los 50 millones de
dólares necesarios para la puesta en marcha del Observatorio Pierre Auger.
Si
los diagramas siguen cumpliéndose como hasta ahora, en dos años ya tendremos
algunos resultados, incluso antes de que el proyecto esté totalmente
finalizado.
¿Para
qué sirve estudiar los rayos cósmicos?
Uno
de los aspectos más intrigantes en este tema es que en realidad nadie sabe
realmente de dónde provienen los rayos. Los datos que reunirá el proyecto
Pierre Auger tal vez ayudarán a explicar su origen y agregarán piezas al
rompecabezas que es la historia del universo.
–¿La
física aún tiene asignaturas pendientes en el espacio? ¿A su juicio, cuáles
son?
En
los próximos cincuenta años vamos a saber realmente cómo se originó el
universo, cómo evolucionó y hacia dónde se dirige.
Al
término de su conferencia, los interrogantes para James Cronin se suceden.
Muchos le preguntan acerca de plazos, certezas, definiciones, fórmulas teóricas
y utilidades concretas del estudio de los rayos cósmicos. Ante esa vorágine de
preguntas, el investigador prefiere la cautela del científico que sabe que
largos años de estudio dan resultados no tan altisonantes para la opinión pública,
pero sí para la ciencia.
Y
advierte: “Debemos considerar este experimento desde el punto de vista empírico:
los rayos existen a pesar de que no sabemos qué son ni de dónde vienen.
Tenemos que recordar que muchas veces los descubrimientos no surgen tanto de
estudios teóricos como de la exploración del universo”.
El
observatorio emplazado a 420 kilómetros al sur de Mendoza, en Pampa Amarilla,
Malargüe, lleva el nombre de Pierre Auger, en homenaje al científico francés
que en 1938 descubrió un tipo de rayos que contienen cien millones de veces más
energía que los comunes. Allí se realizarán investigaciones vinculadas con la
física, la astronomía y la astrofísica.
Consiste en una red de 1600 tanques de acero inoxidable que contienen agua purificada y están distribuidos en un campo de 3000 kilómetros cuadrados. Serán detectores de las partículas que se esparcen a modo de lluvia por el impacto de los rayos cósmicos al cruzar la atmósfera.
Cada
unidad receptora enviará señales a un centro informático en el que se
procesarán los datos recibidos como frecuencia de los impactos, dirección y
energía contenida.
Otro
equipamiento de observación secundaria será una red de telescopios que en la
oscuridad de la noche permitirán detectar los destellos fluorescentes que los
rayos cósmicos provocan al cruzar la atmósfera.
La
Argentina fue elegida como sede del centro de investigación durante una sesión
de la Unesco realizada en París el 22 de noviembre de 1995 por sobre los otros
dos candidatos, Australia y Sudáfrica. Las condiciones de cielo diáfano, baja
contaminación ambiental y escasez de días nublados que se dan en el sur
mendocino fueron factores decisivos para esta elección.
El
proyecto Pierre Auger contempla la instalación de dos observatorios gemelos: el
de Mendoza y otro en Utah, Estados Unidos, para detectar las partículas de alta
energía en ambos hemisferios del planeta.