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Un análisis de Oriana Fallaci sobre la vejez |
La libertad que me envolvió después de 1945, luego de la Segunda Guerra
Mundial, no era una libertad psicológica, sino política; y no era psicológica
porque yo era una mujer y además era joven...
Empecé a sentirme libre cuando comenzaron a dibujarse líneas en mi rostro. Y
mientras más marcadas se hacían esas líneas, más libre me sentía y menos me
preocupaba la opinión de los demás, su arrogancia y su falta de
entendimiento. Y cuando las líneas se convirtieron en lo que son ahora, me
sentí complemente libre...
La vejez es una catarsis, ya no le temes a nada ni a nadie. Sabes más,
entiendes más cuando estás viejo. Tienes conocimientos, una valiosa cualidad
que no posees cuando eres joven o adulto. Tu cerebro ha evolucionado,
mejorado y, paradójicamente, tienes una curiosidad que no poseías y que te da
mucho más valor.
Cuando eres joven, también
eres atrevido y crees que lo sabes todo, pero cuando envejeces te das cuenta,
al igual que Sócrates, de que no sabes nada, o quizás muy poco.
De igual forma, te das cuenta de que no te queda mucho por vivir y se apodera
de ti una aplastante prisa por aprender lo que no sabes, por crear lo que no
has creado y te sostiene una energía que es mucho más fuerte de la que tenías
cuando eras joven y tratas de salvar esas brechas lo más rápido que puedes.
Estudias, lees y creas como
para no perder ni un solo instante...
¡Ojalá que la vejez pudiera durar por siempre! Sólo tiene un defecto: cómo y
dónde termina."