.. | .. |
Tierra del Fuego puede tener su propio Tsunami |
. |
Roberto Scasso, científico del Departamento de
Geología de la Universidad de Buenos Aires, advierte que Tierra del Fuego
podría tener su propio tsunami. Si bien son escasas las probabilidades de
que una ola gigante se genere en el corto plazo, alerta sobre la importancia
de fomentar estudios geológicos y planes de prevención. El 2005 quedará en
la memoria como el año en que el planeta le “pasó factura” al hombre:
inundaciones, huracanes, terremotos y tormentas azotaron a las más diversas
regiones del mundo.
Con la tranquilidad que da el conocimiento, y cierta frialdad propia del
campo científico, el geólogo Roberto Scasso no duda en señalar a Tierra del
Fuego como un epicentro de posibles tsunamis, y alerta sobre la importancia
de tomar medidas de prevención que eviten catástrofes como la que hace un
año causó miles de muertos en Indonesia. Lejos del alarmismo y cerca de la
previsión, Scasso reconoce que en Tierra del Fuego existe una “mayor
probabilidad de que existieran este tipo de fenómenos”, factor directamente
relacionado con “la ubicación de ustedes en una zona sísmicamente activa”.
¿De qué hablamos cuando hablamos de tsunamis?
El fenómeno conocido como "tsunami" es una serie de ondas oceánicas
extremadamente largas, generadas por perturbaciones asociadas principalmente
con sismos que ocurren bajo o cerca del piso oceánico; también pueden
generarse por erupciones volcánicas y derrumbes submarinos. En el mar
profundo, el largo entre una cresta de las ondas y la siguiente puede ser de
100 kilómetros o más, pero con una altura de unas pocas decenas de
centímetros. Ellas no pueden ser apreciadas a bordo de embarcaciones ni
tampoco pueden ser vistas desde el aire en el océano abierto. En aguas
profundas, estas ondas pueden alcanzar velocidades superiores a 800
kilómetros por hora. Scasso es concreto al situar a la Isla en una zona
sísmica, y apunta que “el riesgo es para el caso de que haya un sismo en
tierra, que tengo un epicentro cercano en alguna de las ciudades, o que se
genere un epicentro marino y se genere una ola gigante, un tsunami”. Si bien
reconoce que “hay otros sectores del país que tienen mayor riesgo sísmico
que Tierra del Fuego”, advierte que éstos “están lejos de las zonas marinas;
la zona de Mendoza, San Juan, por ejemplo, es muy activa sísmicamente, pero
en esos casos obviamente no hay riesgo de olas gigantes. Cuando hay
actividad sísmica en el mar y hay ciudades cerca de la costa el riesgo es
mayor, como es el caso de Tierra del Fuego”. A su vez, el especialista José
Luis Hormaechea, de la Estación Astronómica Río Grande, señala dos
condiciones para que se produzca un tsunami: “Primero que el sismo tiene que
ser importante, de una magnitud grande, y segundo que tiene que darse un
desplazamiento vertical de cierta importancia de una de las paredes de la
falla. Si se dan estas condiciones se produce un tsunami muy importante”.
“Lo más común es que se produzcan por actividad sísmica –asevera Scasso-,
pero también pueden producirse por impacto de meteoritos en el océano, por
explosiones volcánicas o grandes deslizamientos debajo del mar”. El tsunami
más catastrófico del que se guarde memoria ocurrió hace casi un año, el 26
de diciembre de 2004, en Indonesia. La ola gigante fue generada por un
terremoto de 9 grados de magnitud en la escala de Richter y dejó números
escalofriantes: unos 300.000 muertos y desaparecidos, más de un millón y
medio de desplazados y entre 5 y 7 millones de afectados. Entre tantas vidas
truncadas, ni vale la pena hablar de las pérdidas materiales, aunque sí del
cuantioso daño ecosistémico. “Simplemente lo que hay que hacer es efectuar
los estudios pertinentes y tener los observatorios sísmicos necesarios, para
que en el caso de que se produzca un sismo y se produzca en el fondo marino,
la población esté alerta de que existe una posibilidad de ese tipo y se
retire de la zona costera” recomienda Scasso, en diálogo exclusivo con el
programa radial “Pistas”, que se emite los sábados de 11 a 12 por radio
Nacional Río Grande. “Si usted se retira de la zona costera unos pocos
cientos de metros, ya está fuera de peligro –explica-. Esto es lo que se
hace por ejemplo en la zona del Pacífico, que es una zona donde
históricamente ha habido muchos tsunamis, con una red de alarma, que cuando
se detecta un sismo en el fondo marino, se da aviso a las zonas cercanas y
lejanas (porque los tsunamis pueden viajar miles de kilómetros en el mar) y
se minimiza la posibilidad de que haya víctimas. En el caso de Indonesia no
funcionó un sistema de esa naturaleza y el resultado fue tremendo”.
Suena la alarma
El Sistema de Alarma de Tsunamis en el Pacífico (PTWS), conformado por 25
Estados Miembros participantes, tiene por funciones monitorear las
estaciones sismológicas y de nivel del mar a través de la cuenca del
Pacífico, para evaluar los sismos potencialmente tsunamigénicos y diseminar
la información sobre alertas y alarmas de tsunami. El Centro de Alarma de
Tsunami del Pacífico (PTWC) es el centro operativo del TWS. Ubicado en
Honolulu, Hawai, el PTWC proporciona información de alertas de tsunami a las
autoridades nacionales en la cuenca del Pacífico. “Los tsunamis en océano
abierto sólo tienen algunas decenas de centímetros de altura, pero cuando
esta ola se acerca a la costa, ahí es donde se produce una ola mayor” revela
Hormaechea. Existen algunos países en los que también operan Centros
Regionales o Nacionales de Alarma de Tsunami. La Argentina en general y
Tierra del Fuego en particular parecen tener una deuda pendiente en tal
sentido, aunque es de destacar la labor que se realiza tanto en el CADIC
como en la Estación Astronómica Río Grande. “Sé que en Tierra del Fuego se
hacen estudios y seguimientos permanentemente, y sé que hay grupos que
estudian las costas, que es el modo en que uno puede zonificar las costas,
hacer estudios geológicos allí y evaluar el riesgo que puede haber frente a
la probabilidad de un tsunami” apunta Scasso. Hormaechea, a su vez, apunta
que “aquí en Tierra del Fuego, por los testimonios que surgen del sismo del
´49, aparentemente los desplazamientos horizontales son más importantes que
los verticales. Si eso fuera una característica para los fenómenos en la
zona, no estarían dadas las condiciones para que se produzca un tsunami en
Tierra del Fuego, pero la posibilidad existe, ya que el sistema de fallas de
Magallanes-Fagnano nos atraviesa e ingresa en el mar, en la zona del río
Irigoyen”. En cuánto a cuándo podría producirse un fenómeno de estas
características, Scasso considera que “para dar un valor probabilístico
habría que hacer un estudio estadístico, pero para darle tranquilidad a la
gente, hay que decir que muchas veces estas cosas ocurren espaciadas por
cientos de años, no es algo que esté ocurriendo permanentemente”. “Cuándo se
va a producir un sismo no lo sabe nadie” completa Hormaechea, y sentencia:
“No sabemos si puede suceder hoy o dentro de mil años; lo único que cabe es
estar preparados”. Tsunami, (que literalmente significa, “tsu” puerto y
“nami” ola), es una palabra japonesa que refiere a las grandes olas que
llegan a los puertos y playas, ocasionadas por diferentes mecanismos en el
basamento marino, y que producen enormes daños. En 1963, en el transcurso de
una Conferencia Internacional convocada como respuesta al gran tsunami de
Chile de 1960, se acordó la utilización de este término en todos los idiomas
para designar a este fenómeno. El que se termina es sin dudas el año “más
catastrófico de la historia”. Inundaciones, huracanes, tormentas y
terremotos aparecen todos los días en las portadas de los diarios más
importantes del mundo. Vale recordar a “Katrina” y a “Wilma”, en Estados
Unidos; ayer mismo la tormenta “Gamma” dejó nueve muertos en su paso por
Honduras. No se trata de “catástrofes naturales” sino de fenómenos en muchos
casos provocados por la inconsciencia humana y el genocidio ecológico. Por
eso, quizás sea hora de tomar previsiones y empezar a familiarizarnos con
esta singular palabra japonesa y, lo más importante, empezar a tener en
cuenta que no estamos exentos de un fenómeno de estas características.
Instinto animal
Uno de los aspectos más difundidos de la catástrofe en Indonesia fue el no
hallazgo de ningún animal muerto. “La percepción de los animales es un
fenómeno conocido de larga data en los sismos por tierra” expresó Scasso,
quien puntualmente se dedica a “estudiar los depósitos que se pueden
producir cuando hay tsunamis. Cuando se produce una ola gigante, en la zona
costera queda una capa de arena, y analizamos eso, que es una riquísima
fuente de información”.
El recuerdo del ´49
El 17 de diciembre de 1949, un temblor de 7.8 puntos en la escala de Richter
asustó a los fueguinos. El epicentro estuvo ubicado aproximadamente en la
Isla Dawson (54°6'Lat.S-70°30'Long.O), y el sismo estuvo asociado al
desplazamiento de las placas Sudamericana y de Scotia a lo largo de la Falla
de Magallanes, en el lago Fagnano. Como consecuencia de este sismo, en el
lago binacional se habría producido un seiche (ola sísmica en lagos) que dio
origen a la isla barrera de grava de su margen oriental. Por otra parte, el
faro del Cabo San Pablo evidenció un desplazamiento horizontal de su
posición original y perdió la verticalidad, mientras en la zona de Tolhuin
perdió la vida un hombre. Sismos menores se registraron durante varios meses
del año 1950, mientras que el 15/6/1970, con epicentro localizado a unos 50
Km al norte de la Isla de los Estados (54° 18'Lat. S; 63°36'Long.O), se
produjo un movimiento magnitud 7 en la escala Richter.