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La Defensa Nacional
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Coronel Juan D. Perón |
Universidad Nacional de La Plata, 10 de junio de 1944
La Defensa Nacional es Defensa del Interés Popular y la defensa de este es
Defensa Nacional. Al respecto veamos lo que opinaba el entonces Cnl Juan
Domingo Perón en su Conferencia “La Defensa Nacional” (Universidad Nacional
de La Plata, 10.Jun.44), de la cual se transcriben algunos párrafos:
Las dos palabras, “Defensa Nacional", pueden hacer pensar a algunos
espíritus que se trata de un problema cuyo planteo y solución incumbe
únicamente a las FFAA de una nación. La realidad es bien distinta: en su
solución entran en juego todos sus habitantes, todas sus energías, todas sus
riquezas, todas sus industrias y producciones más diversas, todos sus medios
de transporte y vías de comunicación, etc., siendo sus FFAA únicamente como
luego veremos en el curso de la exposición, el instrumento de lucha de ese
gran conjunto que constituye "la nación en armas".
“Si se quiere la paz, el mejor medio de conservarla es prepararse para la
guerra”.
El mundo puede ser separado en dos grupos: satisfechos e insatisfechos. Los
primeros todo lo poseen y nada necesitan y sus pueblos tienen la felicidad
asegurada, en mayor o menor grado. A los segundos algo les falta para
satisfacer sus necesidades; mercados donde colocar sus productos, materias
primas que elaborar, substancias alimenticias en cantidad suficiente, un
papel político que jugar con relación a su potencialidad, etc. Las naciones
satisfechas, son pacifistas y no desean exponer a los azares de la guerra la
felicidad que gozan.
Los insatisfechos, si la política no les procura lo que ambicionan, no
temerán ir a la guerra para lograrlo.
Los primeros, aferrados a la idea de paz inalterable, porque mucho la
desean, generalmente descuidan su preparación para la guerra y no gastan lo
que es necesario para conservar la felicidad de su pueblo. Los segundos,
sabiendo que la guerra es probable, por cuanto si no tienen pacíficamente lo
que desean, recurrirán a ella, ahorrarán miseria de la miseria y se
prepararán en forma acabada para sostenerla y en un momento determinado,
pueden superar a las naciones más ricas y poderosas.
Tenemos así, naciones pacifistas y naciones agresoras. La guerra es un hecho
social inevitable entre satisfechos e insatisfechos.
La preparación de la Defensa Nacional es una obra de aliento y requiere un
constante esfuerzo realizado durante largos años; la guerra es un problema
tan variado y complejo, que dejar librada a la improvisación en el momento
en que ella se presente, significaría seguir esa política suicida que tanto
criticamos.
Hoy los pueblos disponen de su destino. Ellos labran su propia fortuna o su
ruina. Es natural que ellos en conjunto defiendan lo que cada uno por igual
ama y le interesa defender de la patria y su patrimonio. En época de los
ejércitos profesionales y mercenarios, los pueblos no participaban de las
contiendas, sino a través de fuertes contribuciones para solventarlos, o
devastaciones que dejaban tras de sí los ejércitos en lucha. Una gran parte
de la población no la sufría y, a veces, hasta la ignoraba. Las guerras de
la revolución francesa, y más tarde de Napoleón, afectaron ya al pueblo
francés, por la contribución en material humano que le impusieron. Es recién
la guerra mundial de 1914-18, la que muestra a las naciones participantes
tendidas a un esfuerzo máximo para conseguir la victoria. La guerra se juega
en los campos de batalla, en los mares, en el aire, en lo político,
económico, financiero, industrial y se especula hasta con el hambre de las
naciones enemigas.
Ya no bastan generales y almirantes geniales, con ejércitos y flotas
eficientes para conquistar la victoria. A su lado, los representantes de
todas las energías de la nación, tienen un rol importante que jugar en la
dirección de la guerra y muchas veces son los que orientan la conducción de
las operaciones de las FFAA, pero aun en los años 1914-18, detrás de los
ejércitos en lucha, entregadas a un constante esfuerzo para mantener la
potencia combativa de las FFAA, vivían en una relativa tranquilidad y
bienestar.
La moral de la nación se mantenía en base de éxitos obtenidos en los campos
de batalla, hábilmente explotados por una inteligente propaganda. La actual
contienda, con el considerable progreso técnico de la aviación, nos muestra
la expresión más acabada de Nación en Armas. Los pueblos de las naciones en
lucha, no se encuentran ya a cubierto contra las actividades bélicas, dado
que poderosas formaciones aéreas siembran la destrucción siembran la
destrucción y la muerte en poblaciones mas o menos indefensas, buscando
minar su moral y destruir las fuentes del potencial de guerra de la nación
enemiga. El panfleto, toma un lugar importante al lado de las tremendas
bombas incendiarias y explosivas, en la carga de los poderosos aviones de
bombardeo.
Un país en lucha puede representarse como un arco con su correspondiente
flecha, tendido al máximo que permite la resistencia de su cuerda y la
elasticidad de su madero y apuntando a un solo objetivo, ganar la guerra.
Sus FFAA están representadas por la piedra o el metal que constituye la
punta de la flecha, pero el resto de esta, la cuerda y el arco, son la
nación toda hasta la ultima expresión de su energía y poderío
En consecuencia no es suficiente que los integrantes de las FFAA nos
esforcemos en preparar el instrumento de lucha; en estudiar y comprender la
guerra, deduciendo enseñanzas de las diferentes contiendas que han asolado
al mundo. Es además necesario que todos los intelectos de la nación, cada
uno en el aspecto que interesa a sus actividades, se esfuerce también en
conocerla, estudiarla y comprenderla, como única forma de llegar a esa
solución integral del problema que puede presentársenos y tendremos que
resolver, si un día Dios decide que la guerra haga sonar el clarín en las
márgenes del Plata.
La organización de la Defensa Nacional de un país, es una vasta y completa
tarea de años y años, por medio de la cual, se han de ejecutar una serie de
medidas preparatorias durante la paz, para crear a las FFAA las mejores
condiciones para conquistar el éxito en una contienda que pueda suceder; se
formularan una serie de previsiones para que la Nación pueda adquirir y
mantener ese ritmo de producción y sacrificio que nos impone la guerra, al
mismo tiempo que se preverá el mejor empleo a dar a sus FFAA
Cualquier país del mundo, grande o pequeño, débil o poderoso, con un grado
elevado o reducido de civilización, posee objetivo político determinado. El
objetivo político es la necesidad o ambición de un bien, que un Estado
tiende a mantener o conquistar, para perfeccionar o engrandecer. El objetivo
político puede ser de cualquier tipo; reivindicación o expansión
territorial, hegemonía política o económica, adquisición de mercados u otras
ventajas comerciales, imposiciones sociales o espirituales, etc. Los
objetivos políticos de las naciones son una consecuencia directa del sentir
de sus pueblos y debemos recordar que ellos tienen ese instinto seguro, que
en la consideración de los grandes problemas, los orientaran siempre hacia
lo que más le conviene.
La verdadera sabiduría de los pueblos y el buen juicio de los gobernantes
consiste, precisamente en no fijarse un objetivo político desorbitado, que
no guarde relación con la potencialidad de la nación, lo que en caso
contrario lo obligaría a enfrentarse con un enemigo tan poderoso que, no
solo tendría que renunciar a sus aspiraciones, sino a perder parte de su
patrimonio.
También es verdad que a las naciones les llegan en su historia horas
cruciales en las que deben defender su riqueza o su honor, deben sostener la
lucha sin esperanza de triunfo, porque como lo enseñaron nuestros padres de
la Independencia, "mas vale morir que vivir esclavos".
La diplomacia debe actuar en forma similar a la conducción de una guerra.
Como ella, posee sus fuerzas, sus armas y debe librar las batallas que sean
necesarias para conquistar los objetivos que la política le ha fijado. Si la
política logra que la diplomacia obtenga el objetivo trazado su tarea se
reduce a ello y termina allí, en lo que a ese objetivo se refiere. Si la
diplomacia no puede lograr el objetivo político fijado, entonces es
encargada de preparar las mejores condiciones para obtenerlo por la fuerza,
siempre que la situación haga ver como necesario el empleo de este medio
político extremo.
Las naciones tienen la obligación de preparar la máxima potencialidad
militar que su población y riqueza permitan, para poder presentarla en los
campos de batalla si la guerra llama a sus puertas. Los pueblos que han
descuidado la preparación de sus FFAA, han pagado siempre caro su error
desapareciendo de la historia, o cayendo en las más abyectas servidumbres.
De ellos la historia solo se ocupa de recordar su excesivo mercantilismo o
los arqueólogos para explorar sus ruinas, descubriendo bellas muestras de
una grandiosa civilización pretérita, que no supo cultivar las virtudes
guerreras de sus pueblos. La preparación de las FFAA para la guerra, no es
tarea fácil ni que puede improvisarse en los momentos de peligro.
Adecuada preparación de las reservas. La formación de reservas instruidas,
sobre todo, hoy en que los medios de lucha han experimentado tantos
progresos y complicaciones técnicas, requiere un trabajo largo y metódico,
para que estas adquieran la madurez y el temple que exige la guerra.
El arte militar sufre tantas variaciones, que los cuadros permanentes del
ejército, deben entregarse a un constante trabajo y estudio, que cuando la
guerra se avecina no hay tiempo de asimilar. El militar, junto a su ciencia,
debe reunir condiciones de espíritu y carácter de conductor, para llevar a
su tropa a los mayores sacrificios y eso no se improvisa, sino que se logra
con el ejercicio constante del arte de mandar.
Las armas, municiones y otros medios de lucha, no se pueden adquirir ni
fabricar en el momento en que el peligro nos apremia, ya que no se encuentra
disponibilidad en los mercados productores, sino que es necesario encarar
fabricaciones que exigen largo tiempo.
En los arsenales y depósitos, es necesario disponer de todo lo que exigirán
las primeras operaciones y prever su aumento y reposición. Las previsiones
para el empleo de las FFAA de la Nación, son una larga y constante tarea que
requiere de cierto numero de jefes y oficiales, estudios especializados, que
se inician en las Escuelas Superiores de Guerra y continúan después
ininterrumpidamente en una vida de constante perfeccionamiento profesional.
El conjunto de estas previsiones contenidas en el plan militar, que coordina
los planes de operaciones del Ejército, la Marina y la Aviación, se realiza
sobre estudios bases que exigen conocimientos profesionales muy profundos.
En dicho plan se resuelve la movilización total del país; la forma en que
serán protegidas las fronteras; la concentración de fuerzas en las probables
zonas de operaciones; el probable desarrollo de las operaciones iniciales;
el desarrollo del abastecimiento de las FFAA de toda suerte de elementos; el
desenvolvimiento general de los medios de transporte y de comunicación del
país; la defensa terrestre y antiaérea del interior.
Como podéis apreciar, esta obra realizada en forma completa y detallada,
absorbe la labor constante de los organismos directivos de las FFAA de las
naciones y de la exactitud de las mismas, depende en gran parte que la lucha
pueda iniciarse y continuar luego en las mejores condiciones posibles.
Si la guerra, llega será la habilidad y el carácter del Comandante en Jefe y
las virtudes guerreras de sus fuerzas, las que trataran de inclinar el azar
de la guerra a su favor, y no me refiero a la ayuda de Dios porque ambos
contendientes la imploraran con igual fervor. Las FFAA de nuestra Patria,
realizan en este sentido una labor silenciosa y constante, que se inicia en
cuarteles de las unidades de tropas, buques de la armada y bases aéreas,
preparando dentro de sus posibilidades el mejor instrumento de lucha y
continua luego en sus institutos de estudios superiores para terminar en la
labor directiva de sus Estados Mayores.
La política interna tiene gran importancia en la preparación del país para
la guerra. Su misión es clara y sencilla, pero difícil de lograr. Debe
procurar a las FFAA el máximo posible de hombres sanos y fuertes, de elevada
moral y con gran espíritu de patria, con la educación necesaria que exige la
guerra moderna para manejar armas cada vez más complejas. Con esta levadura,
las FFAA podrán reafirmar estas virtudes y desarrollar fácilmente su alto
espíritu guerrero y de sacrificio. Es necesario que las calidades antes
citadas sean desarrolladas en toda la población sin excepción, dado que es
en el interior del país donde las FFAA encuentran su fuerza moral y voluntad
de vencer y la reposición del personal, material y elementos desgastados o
perdidos.
Mantenimiento de la moral popular. Los países hoy en lucha, nos muestran
todos los esfuerzos que se realizan para mantener en el pueblo, aun en
momentos de mayores sacrificios y penurias, la voluntad inquebrantable de
vencer al mismo tiempo que se desarrollan todas las actividades imaginables
para minar la moral del adversario, naciendo así un nuevo medio de lucha,
"la guerra de nervios". Si en cuestiones de gobierno, problemas económicos,
sociales, financieros, industriales, de producción y de trabajo, etc. cabe
toda suerte de opiniones e intereses dentro de un Estado en el objetivo
político derivado del sentir de la nacionalidad de ese pueblo, por ser única
e indivisible, no cabe opiniones divergentes.
Por el contrario, esa mística común sirve como un aglutinante más, para
cimentar la unidad nacional de un pueblo determinado.
Tregua en las luchas internas. Ante el peligro de guerra, es necesario
establecer una tregua en todos los problemas y luchas interiores; sean
políticos, económicos, sociales o de cualquier otro orden, para perseguir
únicamente el objetivo que encierra la salvación de la Patria: ganar la
guerra. Hemos visto como los pueblos que se han exacerbado en sus luchas
intestinas, llevan su ceguedad hasta el extremo de declarar enemigos a sus
hermanos de sangre y llamar en su auxilio a regímenes o ideologías
extranjeras, o se han deshecho en luchas encarnizadas o han caído en el más
abyecto vasallaje.
Cuando el peligro de guerra se hace presente y durante el desarrollo de la
misma, la acción de la política interna de los estados debe aumentar
notablemente sus actividades, porque son muy importantes las tareas que le
tocan realizar; es necesario dar popularidad a la contienda que se avecina;
se debe establecer una verdadera solidaridad social, política y económica,
la moral y el espíritu de lucha de la nación toda debe ser llevado a un
grado tal que ningún desastre ni sacrificio la pueda abatir; desarrollar en
la población un severo sentido de disciplina y responsabilidad individual,
para contribuir en cualquier forma a ganar la guerra; es necesario organizar
una fuerte máquina capaz de desarrollar un adecuado plan de propaganda,
contra propaganda y censura, que ponga a cubierto al frente interior, contra
los ataques que el enemigo le llevara constantemente; debe aprestarse a la
población civil para que se establezca por si misma la defensa antiaérea
pasiva en todo el territorio de la Nación, como único medio de limitar los
daños y destrucciones de los bombardeos enemigos, etc.
El caos en las naciones vencidas. Terminada la guerra aún tiene la política
interna una ímproba tarea que realizar, especialmente si la misma ha sido
perdida. En este momento, parece como si las naciones integras, que han
vivido varios años con sus nervios sometidos a una constante tensión,
desataran de pronto todos sus instintos y bajas pasiones, creando problemas
y situaciones que amenazan hasta la constitución misma de los estados. Rusia
y Alemania a la terminación de la guerra 1914-18 constituyen la suficiente
demostración de esta afirmación. Esta obra política interna, debe ser
realizada desde la paz, en todos los ámbitos.
Para lograrla, la inician los padres en los hogares, la siguen los maestros
y profesores en las aulas, las FFAA en buques y cuarteles, los gobernantes y
legisladores mediante su obra de gobierno, los intelectuales y pensadores en
sus escritos, el cine, el teatro y radio en su obra educadora y publicitaria
y finalmente, cada individuo de una nación en la formación de su auto
formación.
Problemas internos argentinos. Referido este problema a nuestro caso
particular, llegaremos fácil a la comprobación de que requiere un estudio y
dedicación muy especial. En nuestra lucha por la independencia y en guerras
exteriores que hemos sostenido, sin asumir el carácter de nación en armas
que hemos definido, podemos observar grietas lamentables en el frente
interno, que nos obligan a ser precavidos y previsores. Posteriormente,
hemos ofrecido al mundo un litoral abierto a todos los individuos, razas,
ideologías, culturas, idiomas y religiones. Sin duda; la Nación se ha
engrandecido, pero existe el problema del cosmopolitismo con que se
mantienen dentro de la Nación, núcleos poco o nada asimilados.
Todos los años un elevado porcentaje de ciudadanos, al presentarse para
cumplir con su obligación de aprender a defender a la Patria, deben ser
rechazados por no reunir las condiciones físicas indispensables, la mayoría
de los casos originados en una niñez falta de abrigo y alimentación
suficiente. Y en los textos de geografía del mundo entero se lee que somos
el país de la carne y el trigo, de la lana y el cuero.
Es indudable que una gran obra social debe ser realizada en el país, tenemos
una excelente materia prima, pero para bien moldearla es indispensable el
esfuerzo común de todos los argentinos, desde los que ocupan las más altas
magistraturas del país, hasta el más modesto ciudadano. La defensa nacional
es así un argumento más, que debe incitarnos para asegurar la felicidad de
nuestro pueblo.
La acción industrial. Ya la guerra 1914-18 nos mostró, y en un grado aun
mayor la actual, la importancia fundamental que para el desarrollo de la
guerra, asume la movilización y el máximo aprovechamiento de las industrias
del país. Conocido es el rol que asumió EEUU en la anterior contienda y en
la actual, en que mediante la contribución de su poderío industrial, se
convierte en el arsenal de las naciones aliadas, en el máximo esfuerzo por
inclinar a su favor la suerte de la guerra.
Todas las naciones en la contienda, movilizan la totalidad de sus industrias
y tienden con máximo rendimiento hacia un esfuerzo común para abastecer sus
FFAA. Es evidente que este cambio, debe ser cuidadosamente preparado desde
el tiempo de paz; solucionando problemas tales como el reemplazo de mano de
obra, obtención de materia prima, conversión de industrias como consecuencia
del peligro aéreo, reemplazo y reposición de lo destruido, etc.
Abastecimiento de ejércitos en marcha. Durante la guerra es necesario poner
en marcha este grandioso mecanismo; regular su producción de acuerdo con las
demandas especificas de las FFAA; asegurar los abastecimientos a la
población civil; adquirir la producción de materias primas y productos
industriales necesarios en los países extranjeros, anticipar y neutralizar
las adquisiciones de los enemigos; orientar la acción de destrucción de las
industrias enemigas, señalando objetivos a la aviación y al sabotaje, etc.
Industrialización de nuestro país. Referido el problema industrial al caso
particular de nuestro país, podemos decir que constituye el punto crítico de
nuestra defensa nacional. La causa de esta crisis hay que buscarla lejos
para poder solucionarla.
Durante mucho tiempo nuestra producción y riqueza ha sido de carácter casi
exclusivamente agrícolas. A ello se debe en gran parte que nuestro
crecimiento inmigratorio no ha sido todo lo considerable que era de esperar,
dado el elevado rendimiento de esta clase de producción con relación a la
mano de obra necesaria.
Colmados los mercados mundiales, se limitó la producción, y por ende, la
entrada al país de la mano de obra que ella necesitaba. El capital
argentino, invertido así en forma segura pero poco brillante, se mostraba
reacio a buscar colocación en las actividades industriales, consideradas
durante mucho tiempo como una aventura descabellada y aunque parezca
risible, no propia de buen señorío.
El capital extranjero se dedicó especialmente a las actividades comerciales,
donde todo lucro, por rápido y descomedido que fuese, era siempre permitido
y licito; busco también seguridad en los servicios públicos o industrias
madres, muchas veces con una ganancia mínima respaldada por el Estado. La
economía del país, reposaba casi exclusivamente en los productos de la
tierra pero en el estado más innoble de elaboración, que luego transformaba
en el extranjero con evidentes beneficios para sus economías, adquiríamos de
nuevo ya transformados.
El capital extranjero demostró poco interés en establecerse en el país para
elaborar sus riquezas naturales, lo que significaría beneficiar nuestra
economía y desarrollo en perjuicio de los suyos y entrar en competencia con
los productos que seguirían allí elaborando. Esta acción recuperadora debió
ser emprendida evidentemente por los capitales argentinos, o por lo menos
que el Estado los incitase precediéndolos y mostrándoles el camino a seguir.
Compras bélicas en el extranjero. Para corroborarlo no me referiré más que a
un aspecto. Hemos gastado en el extranjero grandes sumas de dinero en la
adquisición de material de guerra. Le hemos pagado a siete veces su valor,
porque siete es el coeficiente de seguridad de la industria bélica y todo
ese dinero ha salido del país sin beneficio para su economía, sus industrias
o la masa obrera que pudo alimentar. Una política inteligente, nos hubiera
permitido montar las fábricas para hacerlos en el país, las que tendríamos
en el presente, lo mismo que una considerable experiencia industrial y las
sumas invertidas habrían pasado de unas manos a otras, argentinas todas. Lo
que digo del material de guerra, se puede hacer extensivo a maquinarias
agrícolas, al material de transporte, terrestre, fluvial y marítimo y
cualquier otro orden de actividad. Los técnicos argentinos se han demostrado
tan capaces como los extranjeros, y si alguien cree que no lo son, traigamos
a estos y pronto asimilaremos todo lo que pueden enseñarnos.
La capacidad del obrero argentino. El obrero argentino, cuando se le ha dado
oportunidad de aprender, se ha revelado tanto o más capaz que el extranjero.
Maquinarias, si no poseemos en cantidad o calidad suficientes, pueden
fabricarse tantas como sean necesarias. A las materias primas nos las
ofrecen las entrañas de nuestra tierra, que solo esperan que las
extraigamos. Si no lo tenemos todo, lo adquiriremos allí donde se encuentre,
haciendo lo mismo que los países europeos que tampoco lo tienen todo. La
actual contienda, al hacer desaparecer casi en absoluto de nuestros mercados
los productos manufacturados extranjeros, ha vuelto a hacer florecer
nuestras industrias, en forma que causa admiración hasta en los piases
industriales por excelencia.
La teoría que mucho tiempo sostuvimos que si algún día algún peligro
amenazaba a nuestra patria, encontraría en los mercados extranjeros el
material de guerra que necesitásemos para completar la dotación inicial de
nuestro Ejercito y asegurar su reposición, ha quedado demostrada como una
utopía.
Debemos poseer la industria propia. La Defensa Nacional exige una poderosa
industria propia y no cualquiera sino una industria pesada. Para ello, es
indudablemente necesario una acción oficial del Estado, que solucione los
problemas que ya he citado y proteja a nuestras industrias si es necesario.
No las artificiales que con propósitos solo utilitarios, habrán recuperado
varias veces el capital invertido, sino los que dedican sus actividades a
esa obra estable que contribuirá a beneficiar la economía y asegurara la
defensa nacional.
En este sentido, el primer paso ya ha sido dado con la creación de la
Dirección General de Fabricaciones Militares, que contempla la solución de
problemas neurálgicos que afecten a nuestras industrias.
Al mismo tiempo es necesario orientar la formación profesional de la
juventud argentina. Que los faltos de medios o de capacidad comprendan que
más que medrar en una oficina publica, se progresa en las fábricas y
talleres y se gana en dignidad muchas veces. Que los que siguen carreras
universitarias, sepan que las profesiones industriales les ofrecen
horizontes tan amplios como el derecho, la medicina o la ingeniería en
construcciones. Las escuelas industriales, de oficios y facultades de
química, industrias, electrotecnia, etc., deben multiplicarse. La Defensa
Nacional de nuestra patria, tiene necesidad de ellos.
La acción comercial. El comercio, tanto exterior como interior de cualquier
país, tienen una gran importancia desde el punto de vista de la Defensa
Nacional. Las naciones en lucha buscan anular el comercio del adversario, no
solo para impedir la llegada de abastecimientos necesarios a las FFAA, sino
a la vida de la población civil y a su economía. El bloqueo ingles y la
campaña submarina alemana, son una demostración en este sentido.
Es necesario entonces, estudiar cuidadosamente desde tiempo de paz,
condiciones particulares en que el comercio podrá desenvolverse en tiempo de
guerra, para desarrollar una política comercial adecuada. En primer lugar,
es necesario orientar desde la paz, las corrientes comerciales con los
países que más difícilmente podrán convertirse en contendientes en una
situación bélica dada, ya que siendo el comercio una de las principales
fuentes de la economía y finanzas de la Nación, conviene mantenerlo a su
mayor nivel compatible con la situación de guerra.
Luego deben estudiarse los puertos por donde saldrán nuestros productos e
ingresaran los del extranjero. Se debe determinar cuales son los
susceptibles de sufrir ataques aéreos o navales, los que pueden ser
bloqueados con mayor facilidad, etc., para saber cuales son los utilizables
y las ampliaciones necesarias en sus instalaciones para admitir la absorción
de los movimientos comerciales de los otros.
Estudio de las rutas comerciales. A continuación, habrá que considerar la
forma en que dichos productos atravesaran el mar, para asegurarlos contra el
ataque naval del adversario. Surge como condición optima, la necesidad de
disponer de una numerosa flota mercante propia y una poderosa marina que la
defienda. Se deberá estudiar también, la posibilidad de desviar él trafico
de productos a través de países neutrales o aliados, con los cuales los unan
vías de comunicación terrestre, como forma de burlar el bloqueo. Análogo
estudio deberá efectuarse de los puntos críticos sobre el que reposa el
comercio enemigo, para atacarlo y poder así destruirlo, sea mediante el
ataque directo o por la competencia de productos similares en los mercados
adquisitivos, haciendo jugar todos los resortes que la política comercial
posee.
Lo manifestado para el comercio marítimo, debe naturalmente, ser extendido a
comunicaciones terrestres y fluviales con los países continentales.
Posibilidades y desarrollo del comercio interno. Es necesario luego extender
las previsiones al desarrollo del comercio interno, asegurando una
distribución adecuada, de los productos destinados a satisfacer el
abastecimiento de las FFAA y de la población civil, evitando la especulación
y el alza desmedida de precios. Las vías de comunicaciones terrestres (FFCC
y viales) y las fluviales, deben ser cuidadosamente orientadas por una sabia
política que contemple no sólo las necesidades en tiempo de paz, sino
también las de guerra en forma similar al comercio marítimo. Además, habrá
que considerar las necesidades de las FFAA, no solo para su abastecimiento,
sino para movilización, concentración y realización de determinadas
maniobras.
La acción económica. La economía de la Nación, es de importancia fundamental
para el desarrollo de la guerra. Las riquezas de la Nación, son llamadas a
su máxima contribución para asegurar el éxito de la misma, de calidad y
continuidad de producciones existentes dependerá en alto grado la
financiación de la guerra.
Las posibilidades de comercio exterior, las condiciones particulares de la
economía de cada país y el manejo de sus finanzas, requieren la más hábil
conducción para evitar la ruina del mismo, a pesar de haber ganado la
guerra.
Los consumos de productos de un país en guerra, asumen cifras fantásticas, y
es necesario estimular al máximo la producción de riquezas, a pesar de que
la mano de obra, las maquinarias y el utillaje, las fuentes de energía y los
medios de transporte, se encuentren ya exigidos al máximo.
Transformación de la economía nacional. Es necesario, además de estudiar la
realización de las propias fuentes de riqueza, coordinarlas con las regiones
que se prevea conquistar o perder durante la contienda. Indudablemente, la
movilización y transformación de la economía del país, con todos los
intereses que habrá que vencer, las formas de explotación muchas veces
antieconómicas que será necesario establecer, distribución adecuada de
recursos, determinación de las importaciones indispensables y el orden de
prioridad a establecer en las mismas, organización del trabajo y empleo del
personal, adaptándolo a determinadas actividades, la utilización de los
medios de transporte y de comunicación, etc., son tareas muy complicadas.
Al igual que las cuestiones analizadas anteriormente, los países desde el
tiempo de paz, tratan de someter las economías de los países probables
adversarios a ciertos vasallajes y situaciones criticas, preparando
verdaderas minas de tiempo que harán explosión en el momento deseado. La
transformación que necesariamente debe producirse en las industrias, en la
vida agropecuaria y en todos los órdenes de la producción, son de tal
naturaleza que, si no se han adoptado con tiempo medidas previsoras, muy
graves perturbaciones pondrán en peligro la existencia misma de los Estados.
La desocupación y el derrumbe industrial y comercial, han asolado a las
naciones beligerantes después de la guerra, cundiendo una desmovilización
general y contagiosa.
La acción financiera. Es indudable que las finanzas sanas, desde la paz,
facilitan notablemente la conducción financiera de la guerra. La existencia
de reservas metálicas de divisas y un crédito exterior e interior sano, son
otros tantos factores de éxito a considerar.
Deben adoptarse las previsiones financieras. La financiación de la guerra,
solo puede hacerse sobre la base de cuidadosas previsiones, formuladas desde
la paz, ajustadas a las más variadas circunstancias que puedan presentarse.
Será necesario efectuar una apreciación sobre el probable costo de la
guerra, sobre el cual es muy fácil que nos quedemos cortos. En el
establecimiento de las inversiones, habrá que extremar todas las medidas
existentes, aun coercitivas; movilización de las reservas metálicas y
divisas existentes - aportes voluntarios de las reservas metálicas y divisas
existentes - del sistema impositivo - de la emisión del papel moneda, etc.,
sin consideración alguna a los intereses particulares y privados. Será
también necesario realizar una guerra implacable a las finanzas de las
naciones adversarias, especialmente atacando su crédito, su moneda y su
sistema impositivo.
Será también necesario estudiar la contribución económica y financiera que
se impondrá a la nación vencida y la forma de pagar la deuda de guerra en
caso de derrota.
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